Un apagón no debe apagar el futuro

Hoy, a primeras horas de la mañana, me di un paseo por las diferentes emisoras de radio para escuchar las reacciones sobre el apagón que nos afectó ayer. En casi todas ellas, encontré un patrón común: muchas críticas a todo lo relacionado con los avances tecnológicos —como el coche eléctrico, los sistemas automatizados y otros desarrollos basados en la electrónica—, y al mismo tiempo una idealización casi nostálgica de los métodos tradicionales, como si el retroceso fuese la solución.
Esa reacción, tan inmediata y emocional, que inicialmente, no voy a mentir, yo también tuve, me hizo reflexionar profundamente: ¿realmente queremos construir el futuro mirando hacia atrás? ¿O deberíamos aprender de los errores y avanzar con más inteligencia?

En un mundo cada vez más interconectado, los fallos tecnológicos pueden ser impactantes. Apagones, caídas de sistemas, errores de infraestructura: son momentos en los que la confianza en el progreso parece tambalearse. Y en esos instantes críticos surgen voces que proclaman que «la inteligencia artificial, la robótica y los últimos avances no sirven para nada».

Pero esa visión, aunque humana, es profundamente equivocada y aún más peligrosa si la usamos como excusa para detener nuestro avance.Renunciar al progreso por un fallo sería como rechazar la electricidad tras un apagón, o abandonar la medicina por un error médico. La historia humana demuestra que cada crisis tecnológica no sólo es inevitable, sino que además es el impulso necesario para mejorar y evolucionar. Es en los fallos donde se perfecciona la innovación. Es en las dificultades donde la humanidad ha demostrado siempre su capacidad de superación.

1. Un fallo no invalida la utilidad de la tecnología

Que una tecnología falle no significa que carezca de valor. Los aviones han tenido accidentes, pero seguimos volando. Los hospitales cometen errores médicos, pero la medicina sigue salvando millones de vidas.La inteligencia artificial, la robótica, la electrónica, las comunicaciones digitales… todas han multiplicado nuestra productividad, han ampliado la esperanza de vida, han democratizado el acceso al conocimiento y han creado nuevas oportunidades económicas.

Un fallo es un aviso para fortalecer y mejorar, no para retroceder.

2. La resiliencia es parte esencial del progreso tecnológico

Pensar que la tecnología debe ser perfecta desde su nacimiento es un error de base. La verdadera grandeza de la tecnología está en su resiliencia: en su capacidad para resistir, adaptarse, y resurgir más fuerte después de cada error.

Hoy, los sistemas de IA incluyen mecanismos de backup, de detección de anomalías, de recuperación automática y de mejora continua. La robótica ya opera en zonas donde sería impensable enviar a un ser humano, salvando vidas y protegiendo entornos críticos.

Cada nueva generación tecnológica aprende de los fallos de la anterior. Así es como progresamos.

3. La historia prueba que el miedo nunca detuvo el avance

Ya lo comentaba en un anterior artículo, La imprenta fue demonizada. La electricidad fue vista como una amenaza. Internet fue despreciado como una moda pasajera. Sin embargo, todos estos avances transformaron radicalmente el mundo, y lo hicieron mejor.

Hoy, la IA y la robótica no son simples herramientas: son plataformas de transformación profunda que impactan la medicina, la educación, la industria, la logística, la agricultura y más allá.

¿De verdad queremos repetir el error de quienes, por miedo, intentaron frenar la historia?

4. Los beneficios ya son una realidad, no una promesa

Algunos ejemplos de beneficios que ofrecen los avances en este caso en IA podrían ser:

  • Medicina: IA que detecta tumores invisibles al ojo humano.

  • Agricultura: Robots que optimizan cultivos con un mínimo de recursos.

  • Emergencias: Drones que localizan personas atrapadas tras terremotos o incendios.

  • Educación: Plataformas inteligentes que adaptan la enseñanza a cada alumno.

Estas no son teorías de futuro. Son realidades palpables, que hoy ya salvan vidas y construyen oportunidades.

5. Rechazar la tecnología es condenarse a la obsolescencia

La historia demuestra que las sociedades que renuncian al cambio quedan atrapadas en la irrelevancia.La industrialización, la electrificación, la digitalización… Todas esas olas de innovación arrastraron hacia adelante a quienes supieron adaptarse, y dejaron atrás a quienes resistieron.

Hoy, la ola se llama inteligencia artificial, robótica, energías limpias, automatización, computación cuántica.
El futuro no esperará a los que decidan quedarse anclados en el pasado.

6. ¿Qué debemos hacer? Mejorar, regular y humanizar la tecnología

Aceptar el progreso no significa aceptarlo a ciegas. Significa dirigirlo con inteligencia, cómo :

  • Regulando su uso para proteger derechos humanos y evitar abusos.

  • Fomentando su desarrollo bajo principios éticos y de responsabilidad social.

  • Humanizando su propósito: que la tecnología esté siempre al servicio de las personas, y no al revés.

El problema no es avanzar. El problema es avanzar sin dirección. La solución no es frenar, sino guiar.

Conclusión a las críticas por el apagón

Un apagón como el que todos de una manera u otra sufrimos ayer, un error o un colapso tecnológico no son razones para volver atrás. Son señales de que aún tenemos que aprender, fortalecer y evolucionar.

La inteligencia artificial, la robótica y los avances electrónicos no son enemigos de la humanidad. Son extensiones de nuestra capacidad de imaginar, de crear, de superar nuestras limitaciones naturales.

Quedarse anclados en la nostalgia de un pasado que, a menudo, fue más duro y menos justo, no es la respuesta. La respuesta es mirar de frente al futuro, con sentido crítico, pero con valentía. Porque cada error es una lección, no una derrota.
Y cada avance, una oportunidad de construir un mundo mejor.

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