Ahora que llega el 8 de marzo, Día de la Mujer, es bueno que toquemos el tema de la baja representación o papel de la mujer en las profesiones STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Esta suele fundamentarse en estudios y estadísticas que muestran disparidades notables. Sin embargo, mi experiencia personal –y solo con el fin de mostrar mi punto de vista, sin ánimo de discrepar con las políticas actuales– me lleva a cuestionar, al menos en parte, los argumentos convencionales y a sugerir otro contexto, ya que, para mí, estos pueden jugar un rol determinante en la elección profesional.
Conforme a lo anterior y según he podido ver y leer, los estudios se centran en los motivos por los cuales la mujer se enfoca poco en estudios o áreas STEM, mientras que escasos son los que analizan las razones que la han llevado a estudiar carreras o dedicarse a áreas relacionadas con la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. Quizás deberíamos profundizar más en esas versiones de las historias.
Contexto Estadístico y Argumentos Tradicionales
Diversos estudios sostienen que las mujeres enfrentan barreras estructurales y culturales que limitan su participación en áreas STEM. Entre los motivos comúnmente citados se encuentran:
- Estereotipos de género: La idea de que las habilidades “técnicas” son inherentemente masculinas.
- Falta de modelos a seguir: Pocas profesoras o figuras femeninas en la ciencia y tecnología.
- Entorno educativo y social: Una educación y una cultura que no fomentan el interés o la confianza en áreas técnicas.
- Discriminación y sesgo: Obstáculos en la carrera profesional y en la percepción de capacidad.
Estas razones se han utilizado para explicar por qué, en términos generales, la proporción y el papel de la mujer en profesiones STEM siguen siendo inferiores a los de los hombres.
Mi Experiencia Familiar y Profesional
Sin embargo, mi trayectoria y la de las mujeres de mi familia ofrecen una perspectiva distinta. Mis padres no tenían estudios universitarios, –creo que ni educación primaria, aunque sabían leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir–, pero aun así ellos nos inculcaron valores de esfuerzo y superación. En particular, mi madre, proveniente de una familia muy numerosa y con pocas oportunidades académicas, encarnó el ejemplo de perseverancia, siendo su mayor anhelo que sus hijas (tres de seis hermanos) tuvieran estudio, consiguiéndolo. Creo que, desde muy pequeñas, en mi casa se fomentaba el espíritu emprendedor y empresarial, a veces incluso en exceso, involucrándonos desde niños en labores minúsculas que nos enseñaba el valor de las cosas.
Cuando decidí orientar mi carrera hacia el ámbito tecnológico (para quien no conozca mi trayectoria por aquí dejo un artículo anterior que la explica), lo hice sin haber tenido un largo contacto previo con este área, a la que me he dedicado hasta ahora. Puedo decir, sin avergonzarme, que el primer ordenador que utilicé fue en el penúltimo año de carrera; luego cogí carrerilla. A inicios de los años 2000, en un entorno predominantemente masculino y dando mis primeros pasos en el mundo emprendedor y empresarial, nunca sentí que se me impusieran barreras por ser mujer; creo que tuve los mismo obstáculos que cualquier otro, e incluso diría que percibí un cierto apoyo institucional por aquel entonces, con algunos programas de apoyo que empezaban a destacar el papel de la mujer en general.
En relación al resto de mi familia, –somos seis hermanos: tres chicos y tres chicas–, cuatro tenemos carreras y soy la única que se ha decantado por la rama tecnológica, eso sí, habiendo estudiado Ciencias Económicas y Empresariales. En cuanto a mis sobrinos (seis) , de los cuales cuatro son niñas, tres de ellas han estudiado ingeniería en informática e industrial: concretamente, una, hasta el año pasado, estuvo trabajando en el CERN ( acelerador de partículas en Suiza) y otra ha tenido puestos destacados en el ámbito de implementación de SAP en empresas punteras a nivel regional y nacional.
¿Por Qué Mi Experiencia Contrasta con las Estadísticas?
La aparente discrepancia entre mi vivencia familiar y las cifras generales puede atribuirse a varios factores:
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Contexto familiar de resiliencia: Crecer en un ambiente donde el esfuerzo, el trabajo y la superación personal eran valores primordiales pudo haber reforzado la confianza en que, a pesar de las limitaciones sociales o culturales, es posible alcanzar metas profesionales en ámbitos tradicionalmente dominados por hombres. Además, al tener hermanos mayores y convivir en un ambiente en el que el hombre disfrutaba de ciertos privilegios por el simple hecho de serlo, eso me llevó a enfrentar y, en cierta medida, a sortear y dominar más fácilmente los aspectos machistas .
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Apoyo y empoderamiento institucional: Mi experiencia en en mis inicios en el sector tecnológico demostró que, en algunos casos, las instituciones podían reconocer y potenciar el talento femenino, desafiando estereotipos preestablecidos. De hecho, mis primeros pasos como empresa se dieron a través del Centro Insular de Teletrabajo, lo que hoy podría considerarse un vivero de empresas o una rudimentaria aceleradora, eso si, sin tantos «esteroides anabolizantes» como ahora. Me costó mucho encontrarlo, pues básicamente había dos más, muy selectivos y enfocados a grupos de trabajo, pero di con él tras mucho buscar e indagar. Aunque cualquier emprendedor o emprendedora podía formar parte, en ese caso fui la primera de muchos. A posteriori, la promoción que hizo el Cabildo tanto del centro como del trabajo de los que allí empezábamos fue una ayuda determinante para darme a conocer inicialmente. Creo que contar con sitios y proyectos como estos –sin idealizarlos, pero gestionados de manera equilibrada y sin convertirlos en un negocio para la obtención de fondos institucionales– es fundamental, por supuesto, haciendo una selección previa en la que prime, sobre todo, el interés y el esfuerzo del emprendedor.
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Redes de influencia y ejemplo: El hecho de contar con familiares que se inclinan hacia profesiones técnicas crea una red de modelos a seguir que incentiva a las nuevas generaciones. En mi caso, no tenía ningún referente familiar, aunque mis sobrinas sí lo tuvieron en mí. Desconozco si ello les pudo influir inicialmente, quizás sí más tarde. Para ponerles en contexto, en mi familia (y entre amigos también) pocos sabían describir a lo que me dedicaba; mi padre nunca llegó a entenderlo y a los demás les costó tiempo, hasta que Internet y el ámbito digital comenzaron su avance y expansión. En cuanto a ejemplos, sinceramente, cuando empecé había pocas empresas –ni de hombres ni de mujeres– que se dedicaban a emprender utilizando Internet como medio, principalmente porque era un campo totalmente nuevo y por explotar, algo que podríamos asimilar a lo que sucede hoy con la inteligencia artificial (aunque, en aquel entonces, era aún más desconocido, ya que pasábamos literalmente de lo casi analógico a lo digital).
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Elección personal y factores subjetivos: Cada persona elige su camino en función de un sinfín de variables personales, como las aspiraciones, la percepción del entorno y las oportunidades que se presentan en momentos cruciales de la vida. En mi caso, creo que, de todos los anteriores, este es el que tiene un mayor peso. Créanme que lo que marcó la diferencia fue la pasión que me suscitó encontrarme con un campo en el que, por primera vez, me sentía cómoda; un campo que me impulsaba a profundizar en él y a estudiar –autoformándome– sin ningún tipo de esfuerzo, pues me encantaba todo lo que aprendía, era literalmente como una esponja. De repente, la carrera que había elegido, que años antes había cursado sin mucha ilusión, cobró sentido. Fue el momento en el que «todo encajó» y por ello , es a lo que me dedico hoy. Ese instante se lo deseo a todo aquel que busca incansablemente su pasión o talento, y créanme que sí, todos tenemos uno.
Reflexión y Conclusión sobre el papel de la mujer en profesiones STEM
Si bien las estadísticas y estudios aportan una visión amplia sobre los desafíos y el papel de la mujer en profesiones STEM, mi experiencia personal –y, creo, la de las mujeres de mi familia– sugiere que estos números no reflejan necesariamente la totalidad de las realidades. Es posible que, en ciertos entornos donde se fomenta la resiliencia, el esfuerzo y en los que, desde pequeña, se enfrentan las habituales diferencias de sexo (cada vez menores) y se logra sobreponerse a ellas, la representación femenina en STEM pueda superar las expectativas generales.
Este contraste invita a una reflexión más matizada sobre el papel de la mujer en las profesiones STEM: si bien es indispensable trabajar para eliminar las barreras y estereotipos en el ámbito educativo y profesional, también es crucial reconocer y promover aquellos casos en los que el apoyo, tanto familiar como institucional, permite que las mujeres brillen en campos tradicionalmente dominados por hombres. La diversidad de experiencias enriquece el debate y abre la puerta a soluciones personalizadas y contextuales para fomentar una mayor igualdad en las profesiones STEM.