En los últimos tiempos se ha reavivado el debate en torno a la Renta Básica Universal (RBU) como respuesta a los desafíos que plantea la expansión de la Inteligencia Artificial y sus posibles repercusiones en el mercado laboral. Esta medida, que propone un ingreso regular e incondicional para toda la ciudadanía, está cobrando relevancia tanto en el ámbito académico como en el político, y constituye una posible vía para afrontar las transformaciones económicas y sociales venideras. Sobre esta cuestión escribí hace poco en un artículo publicado : Renta Básica Universal en la era de la Inteligencia Artificial.
En el texto que sigue a continuación, profundizaré en el estudio de Renta Básica Universal, que lleva años en marcha en Alaska ( EE.UU) y que se ha convertido en un referente mundial en el debate sobre la misma gracias a su programa, el Alaska Permanent Fund Dividend (PFD), considerado por muchos como un ejemplo real de aplicación, aunque bajo mi criterio no cumple del todo los requisitos de una RBU. Recordemos que esta debe ser universal, en efectivo, individual , incondicional y periódica, y debemos tener en cuenta que en el caso de Alaska es una cantidad que se entrega a sus ciudadanos una vez al año y es dependiente de factores como el beneficio que se obtiene (véase en el punto 2 de este texto). No obstante, como ya he comentado se toma en muchos casos como ejemplo y referente. Vamos entonces a estudiarlo exponiendo sus orígenes, el funcionamiento y sus repercusiones sociales y económicas , tomando como base el documento “The Alaska Permanent Fund Dividend: A Case Study in Implementation of a Basic Income Guarantee”, elaborado por el profesor Scott Goldsmith.
1. Orígenes históricos del Alaska Permanent Fund
Tras convertirse en estado en 1959, Alaska se enfrentó al reto de depender casi por completo de la explotación de recursos naturales, especialmente del petróleo, y al fuerte control que ejercían las grandes compañías e incluso el gobierno federal en su economía.
Con el descubrimiento de yacimientos de petróleo en la Bahía de Prudhoe, el estado empezó a recibir ingresos sustanciales por impuestos y regalías. Sin embargo, la historia económica de la región mostraba que los periodos de abundancia podían derivar en derroches y escaso beneficio para las generaciones futuras. Para romper con esa tendencia, en 1976 se creó el Alaska Permanent Fund: un fondo diseñado para canalizar una parte de las regalías hacia inversiones de largo plazo que generaran rentas sostenidas en el tiempo.
2. Nacimiento del dividendo para la ciudadanía
Aunque en un principio el fondo se concebía como un mecanismo de ahorro, la alta recaudación estatal por el alza de los precios del petróleo llevó al entonces gobernador Jay Hammond a proponer un reparto equitativo de parte de esas ganancias entre toda la población de Alaska. El objetivo era evitar que el beneficio del petrolero se concentrara en manos de unas pocas industrias o en grandes obras de infraestructura sin un impacto directo en las familias.
En 1982, el estado aprobó la ley que instauraba el Alaska Permanent Fund Divedend (PFD). A partir de entonces, cada residente, independientemente de su edad, recibiría anualmente un cheque equivalente a la mitad de los beneficios promediados de las inversiones del Fondo, divididos entre todos los habitantes que cumplieran con un año de residencia y otros requisitos de permanencia. La cantidad a repartir por habitante en 2024, según datos es de $1,702 .
3. Funcionamiento y cálculo del dividendo
El monto del Alaska Permanent Fund Divedend (PFD) se determina según las ganancias obtenidas por las inversiones del Fondo durante los últimos cinco años. Dado que el Alaska Permanent Fund invierte en acciones, bienes raíces y otros activos, las ganancias fluctúan y, por tanto, también el tamaño del dividendo. El pago más bajo fue de 331 dólares (en 1984), mientras que el más alto alcanzó los 3,294 dólares en 2022 ( ver evolución de datos en tabla). Normalmente, el depósito se realiza en octubre de cada año, y alrededor del 95% de la población recibe este ingreso.
Esta periodicidad y la entrega en un único pago anual han propiciado fenómenos particulares, como un aumento notable de la actividad comercial cada octubre, pues las empresas compiten para captar ese poder de compra adicional de las familias. Por otra parte, un número significativo de familias ahorra parte del dividendo o lo destina a reducir deudas, especialmente cuando se percibe que el PFD es una fuente de ingresos permanente.
4. Impacto económico y social
El Alaska Permanent Fund Dividend (PFD) ha trascendido la mera distribución de beneficios procedentes de la riqueza petrolera para convertirse en un factor determinante del tejido económico y social de Alaska. Este ingreso anual ha incidido en :
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Reducción de la desigualdad de ingresos:
Al ser un pago igualitario y sujeto al impuesto federal sobre la renta, el dividendo favorece proporcionalmente más a las familias de menores ingresos. Esto no elimina la pobreza por sí mismo, pero sí contribuye a suavizarla y, en particular, sirve de apoyo en zonas rurales de Alaska donde los costos de vida son muy altos y las oportunidades de empleo, escasas. -
Efectos en el empleo y la migración:
Teóricamente, un ingreso garantizado puede reducir la oferta de trabajo. Sin embargo, los estudios iniciales sugieren que muy pocas personas trabajan menos por recibir el cheque. Por otro lado, la existencia de este ingreso anual puede alentar la inmigración hacia Alaska (el llamado “efecto imán”), lo que a su vez, en el largo plazo, podría presionar los salarios a la baja. Aunque hasta ahora no hay evidencia concluyente de un efecto migratorio masivo, este fenómeno sigue siendo objeto de debate. -
Estímulo de la economía local:
El PFD representa una suerte de “nueva industria” que inyecta cientos de millones de dólares en la economía, generando más consumo y, por consiguiente, más empleos indirectos. Asimismo, el ingreso estable cada año aporta un factor de estabilidad en medio de los ciclos de precios del petróleo. -
Desconexión fiscal y cultural:
Un efecto colateral es que los residentes no pagan prácticamente ningún impuesto estatal y, a la vez, reciben un cheque anual. Para muchos, esto ha generado una cultura donde el gobierno local se ve más como un ente que reparte riqueza que como un espacio de participación y responsabilidad ciudadana, lo que puede deteriorar la calidad del debate y la toma de decisiones sobre políticas públicas en el futuro.
5. Lecciones y reflexiones finales del caso de estudio de Renta Básica Universal
Tras casi cuatro décadas de vigencia, el caso de Alaska brinda varias enseñanzas para la implementación de una Renta Básica Universal:
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Transparencia y aceptación pública:
El PFD cuenta con un enorme respaldo social. El propio hecho de que sea un pago directo, universal y sencillo de gestionar, ha sido un elemento esencial en su popularidad. Esto difiere de otras transferencias más focalizadas o burocráticas ( en el caso de España podría ser el Ingreso Mínimo Vital) -
Sostenibilidad a largo plazo:
El Alaska Permanent Fund es el verdadero sustento del PFD. El fondo invierte responsablemente las regalías petroleras para asegurar un flujo constante de ingresos. Sin embargo, cuando el petróleo se agote, se requerirán nuevas fuentes para mantener el dividendo o para cubrir otras necesidades públicas. -
Posibles ajustes en la fórmula de pago:
En lugar de un único cheque anual, algunas propuestas han sugerido cuotas mensuales o el fortalecimiento de la formación de ahorro (por ejemplo, mantener las ganancias en el Fondo a nombre de cada persona). También se ha explorado asignar un porcentaje del dividendo a cuentas educativas o a donaciones benéficas. -
Generalización a otros contextos:
La experiencia de Alaska no es un “modelo” perfectamente trasladable a cualquier lugar; depende de factores específicos como la riqueza de recursos naturales, la escala de población y el marco institucional. No obstante, sirve como referencia para ilustrar el principio de que las rentas públicas derivadas de recursos compartidos pueden administrarse de modo que toda la sociedad se beneficie, sin necesidad de aumentar costos administrativos ni generar estigmatización en la recepción del ingreso.
Conclusión al caso de estudio de Renta Básica Universal
El Alaska Permanent Fund Divedend (PFD) ha mostrado que un programa «cercano» a la idea de la Renta Básica Universal puede existir de manera sostenible y con un elevado respaldo popular. Aunque no es suficiente para cubrir todas las necesidades de los residentes, el dividendo reduce la desigualdad, aporta liquidez a familias con escasos ingresos y refuerza la economía local. Al mismo tiempo, su historia pone de relieve retos como la “desconexión fiscal” y la necesidad de un debate continuo sobre cómo equilibrar gasto público, incentivos económicos y justicia social a la hora de aprovechar los recursos naturales.
En definitiva, Alaska proporciona un caso concreto de implementación de una «renta básica» aunque como y he comentado es más cercana a un pequeño bonus anual que permite a todos sus ciudadanos disfrutar de unos ingresos extra, no obstante invita a la reflexión sobre cómo diseñar y adaptar políticas similares en otras regiones, con el objetivo de fortalecer la equidad y el bienestar general sin descuidar la sostenibilidad financiera y el desarrollo de las comunidades.